Miércoles 3 de junio de 2015

Por: Don Clark

El acuerdo de US$16.700 millones que Krzanich anunció el lunes para comprar el fabricante de chips programables Altera Corp. es el más costoso en los 47 años de historia de la empresa con sede en Santa Clara, California. Algunos analistas de Wall Street se preguntan si Intel está pagando demasiado.

Incluso Krzanich calificó el precio de sorprendente. “Tiene un poco de surrealismo”, dijo en una entrevista. “La cifra es muy alta”.

No obstante, Krzanich, de 55 años y un veterano del sector manufacturero que se convirtió en 2013 en el sexto presidente ejecutivo de Intel, cree que la tecnología de Altera dará sus frutos al expandir el negocio más lucrativo de Intel —procesadores para centros de datos corporativos— y permitirle explotar mejor un mercado naciente conocido como Internet de las Cosas.

La adquisición continúa una ola de consolidación en la industria de los semiconductores, que incluye la oferta de US$37.000 millones realizada el jueves pasado por Avago Technologies Ltd. para adquirir Broadcom Corp.

Intel tiene un gran motivo para seguir este camino. La demanda de sus microprocesadores usados en computadoras personales, la base técnica del negocio de Intel desde comienzos de los años 80, se ha desacelerado conforme el gasto se traslada a productos como teléfonos inteligentes y tabletas. Luego de un leve repunte el año pasado en el gasto en PC, Intel afirmó en abril que los ingresos de la división que incluye los chips para computadoras personales cayeron 8%.

Intel ha conseguido abrirse campo en el rubro de los procesadores para smartphones luego de años de esfuerzos en un mercado donde los diseños de chips bajo licencia de ARM Holdings PLC son la norma. Y durante la gestión de Krzanich, la empresa ha logrado forjar una importante posición en el segmento de tabletas, con la ayuda de costosos subsidios, pero una participación comparable en chips para smartphones parece poco probable a corto plazo.

Los teléfonos inteligentes “no son una de las áreas que probablemente sean un motor de crecimiento para la empresa”, reconoció Krzanich.

El ejecutivo se describe a sí mismo como un entusiasta de aparatos que a veces aparece en eventos donde aficionados muestran los dispositivos que arman. Krzanich ha fomentado el uso de chips de Intel para este tipo de artefactos, a la vez que lleva a la empresa a mercados de relojes inteligentes y otras tecnologías de informáticas de vestir.

Altera, junto con la californiana Xilinc Inc., se especializa en chips que pueden ser adaptados a la medida para tareas específicas luego de salir de la fábrica y que en inglés se conocen como field programmable gate arrays, o FPGA. Son especialmente populares para equipos de redes y aparatos inalámbricos, lo que representaría nuevos mercados para Intel. Algunas empresas también han estado usando los FPGA, junto con chips convencionales, para acelerar los servidores, un concepto que estaba entre las motivaciones de Intel para concretar el acuerdo.

Intel ya fabrica algunos chips que diseña Altera bajo una sociedad previa. Krzanich indicó que Altera podría beneficiarse más de la capacidad de manufactura de Intel en el futuro, al tener acceso antes que otros fabricantes de FPGA a nuevas fórmulas de producción que podrían ayudar a incluir más funciones en los chips.

Altera ya es bastante rentable. Su margen bruto, o ganancias luego de costos de producción, se ubicó en 64% de las ventas en el primer trimestre, mientras que Intel registró un margen menor, de 60.5%, en el período.

De todos modos, el crecimiento es una incógnita. Altera informó que sus ventas bajaron 6% interanual en el primer trimestre. Y con ingresos de apenas US$1.900 millones en 2014 —comparados con los US$55.900 millones de Intel— algunos analistas se preguntan si la compra de Altera puede brindar el fuerte incremento de ingresos que busca el gigante de los semiconductores.

Sin embargo, ejecutivos de Intel proyectan que el mercado de FPGA se expandirá alrededor de 7% al año y que Altera sumará volumen a las ganancias por acción del fabricante de chips en el primer año después de que se complete la operación.

Inicialmente, la empresa planea comenzar a vender procesadores Intel Xeon en unidades que también contengan chips FPGA de Altera, una combinación que puede tener ventajas frente a comprar los dos tipos de chips por separado. Esos productos deberían llegar al mercado a fines de 2016 y estar ampliamente disponibles el año siguiente.

Sin embargo, las mayores ventajas, sostuvo Krzanich, se producen cuando los dos tipos de diseños son colocados sobre la misma pieza de silicio. Comunicaciones más rápidas dentro de los circuitos en ese tipo de productos integrados casi duplicaron el desempeño comparado con chips separados, aseguró.

Se prevé que los vendedores de servidores sean el primer blanco de ese tipo de combinaciones. No obstante, Krzanich también planea unir los microprocesadores Atom de bajo costo de Intel con circuitos de Altera para aplicaciones comprendidas en el Internet de las Cosas, un término amplio para agregar capacidad de procesamiento y comunicaciones a muchas clases de artículos de uso diario que son comprados por los consumidores y las empresas.