Fuente: The Wall Street Journal

Martes 3 de noviembre de 2015

Por: Shlomo Benartzi

Por ejemplo, algunos inversionistas entraron en pánico y vendieron sus acciones en medio de la crisis financiera de 2008, pese a que no planeaban jubilarse por mucho tiempo. La bolsa, por supuesto, se recuperó y el índice S&P 500 triplicó su valor desde marzo de 2009. La esperanza de cualquier inversionista es comprar a bajo precio y vender a uno alto. La aversión miope a las pérdidas hace que hagamos lo opuesto.

¿Qué tiene que ver eso con su teléfono inteligente? El principal catalizador de esa aversión miope a las pérdidas es la retroalimentación frecuente. Cuándo a la gente se le da una actualización frecuente sobre el desempeño de sus inversiones a través de un teléfono inteligente u otro aparato digital, es más probable que tomen malas decisiones financieras y posiblemente vendan en el momento equivocado.

Para entender por qué, considere lo que podría encontrar si sigue de cerca al índice S&P 500 a diferentes intervalos. Si revisa todos los días, hay una posibilidad de casi 47% de que el mercado haya bajado, basado en sus movimientos anteriores. ¿Pero qué sucede su revisa una vez al mes? Las cifras comenzarán a verse un poco mejor, ya que el mercado sólo habrá caído 41% de las veces. Mirar cada año es aún mejor, ya que el S&P genera un retorno positivo siete de cada 10 años. Y si revisa una vez cada década, sólo verá malas noticias en 15% de las ocasiones.

 

Perder seguridad

Hay evidencia sólida de que experimentar pérdidas a corto plazo, como darse cuenta que su portafolio está en territorio negativo, conlleva a tomar malas decisiones.

En un experimento de laboratorio de los profesores Richard Thaler, Amos Tversky, Daniel Kahneman y Alan Schwartz, los participantes fueron mucho más propensos a invertir en la opción más segura cuando recibían retroalimentación de manera más frecuente. Desafortunadamente, la inversión más segura también generaba retornos más bajos a largo plazo.

En un informe publicado en Quarterly Journal of Economics en 1997, los investigadores aseguran que “proveer a tales inversionistas con retroalimentación frecuente sobre sus resultados es probable que aliente sus peores tendencias… Más no siempre es mejor. Los sujetos que recibieron más datos fueron los que menos dinero ganaron”.

Lo cual me lleva al mundo digital. Dada la profusión de aparatos conectados, creo que la mayoría de la gente terminará mirando su portafolio de inversión con mucha más frecuencia en el siglo XXI de lo que lo habían hecho antes. Con el tiempo, esta abundancia de retroalimentación podría hacernos más vulnerables a la aversión miope a las pérdidas, ya que entre más revise los datos del S&P 500 habrá más posibilidad de que haya bajado. Para decirlo de otra forma, nuestro horizonte de inversión podría contraerse para reflejar la frecuencia de la retroalimentación.

Por supuesto, no estoy hacienda predicciones sobre el futuro del mercado bursátil: no tengo idea de qué va a suceder. Pero me pregunto si pronto llegaremos a un punto en el que los inversionistas que reciben retroalimentación con alta frecuencia estarán dispuestos a comprar bonos, ya que a veces los bonos bajan. Quizás insistan en quedarse sólo con efectivo.

Aunque no hay una cura para la aversión miope a las pérdidas, hay algunas medidas que se pueden tomar para reducir su impacto. La primera es editar su mundo digital, asegurando que no se ahogue en información que no necesita. Hay que esconder la aplicación de acciones en el celular y evitar actualizaciones de mercado en los relojes inteligentes.

Y cuando mire su portafolio, es importante que encuentre formas de pensar a largo plazo. Quizás su balance de cesantías debería resaltar sus ingresos proyectados para la jubilación y no el porcentaje de ganancias o pérdidas durante el último año.

Al ayudar a la gente a enfocarse en las variables más significativas de sus vidas financieras, no sólo les evitamos preocupaciones innecesarias, sino que les ayudamos a evitar costosos errores de inversión.

—Shlomo Benartzi es profesor y copresidente del Grupo de Toma de Decisiones de Comportamiento de la Escuela de Negocios Anderson de la Universidad de California en Los Ángeles y autor de ‘The Smarter Screen: Surprising Ways to Influence and Improve Online Behavior’. (Algo así como La pantalla más inteligente: sorpresivas formas para influenciar y mejorar el comportamiento en línea).