Este hombre de hablar pausado con voz profunda y afable ha sido uno de los pioneros en el mercado de capitales en el país y se ha esforzado por que muchos salvadoreños conozcan su significado.
El trabajo no ha sido fácil, pero él está acostumbrado a la presión y sobre todo a luchar.
“Cuando se está muriendo de cansancio, otros que quizás no han hecho deporte paran. Pero nosotros (los deportistas) sabemos que hay un segundo aire, y ese le da a uno, con todos los problemas, seguir en esa necedad… Eso da el deporte: esa constancia, perseverancia... Y eso lo he aplicado en mi vida”, comenta Duarte.
El presidente de la BVES es un deportista. Durante su niñez y juventud se dedicó principalmente al basquetbol, y llegó a representar al país en la selección nacional.
Jugaba como defensa y era conocido con el sobrenombre de “el Tanque”.
Su afición inició a muy temprana edad. “Llegaba al colegio con mi bolsón y pelotita”, relata de cuando apenas tenía unos cinco años de edad. Por esos años, su padre le regaló el uniforme de la selección de baloncesto de El Salvador.
A los 11 años de edad, participó en el campeonato mundial de basquetbol, desarrollado en Pensilvania, Estados Unidos. Su práctica siguió en el Liceo Salvadoreño, en donde formó parte del equipo del colegio.
“Para cualquiera, nacer y crecer en el Liceo y llegar a jugar en la primera era la máxima aspiración”, comenta orgulloso recordando la emoción que sintió al ver el lleno del Gimnasio Nacional cuando salió a la cancha para enfrentar el juego relámpago que su equipo sostuvo contra el Externado San José durante la inauguración de los Juegos Estudiantiles de 1971.
“Fue una emoción ver eso lleno, y todos nos han venido a ver a nosotros”, recuerda. En ese entonces, Duarte tenía 16 años de edad y cursaba su último año en el colegio.
Su afición al basquetbol continuó en su época de universidad, compartiendo su tiempo de estudios con su participación en la primera liga con el equipo de exalumnos maristas Ademar, con el cual fue campeón nacional durante tres años consecutivos.
Además, por invitación de su padre, Duarte jugó voleibol con el equipo Agave, con el cual también fue campeón nacional; gratos momentos que compartió como compañero de equipo con su progenitor, quien hace algunos años falleció.
Duarte dejó el deporte en el ámbito profesional en 1976, año en el que se casó y se dedicó a estudiar su maestría.
Pero solo lo dejó profesionalmente, porque él asegura que es “tan básico como comer”, así que todos los días corre 5 kilómetros en el gimnasio.
Ese empuje deportivo y esa tenacidad la ha mantenido también en su carrera profesional.
Financista
El día que presentó sus privados para graduarse, de vuelta a casa para almorzar, su padre, al escuchar el proyecto de estudios de un amigo de Duarte, le dijo: “Fijate que este va a trabajar y estudiar”, refiriéndose a su hijo.
Así, cuenta Duarte, esa misma tarde lo envió a vestirse de saco y corbata para visitar a don Roberto Hill en el Banco Cuscatlán para iniciar su primer empleo, que fue de ordenanza y “pasapapeles”.
Duarte fue moviéndose y ascendiendo en diversos departamentos de esta entidad financiera, llegando a ocupar el cargo de jefe de créditos cuando se graduó de Administración de Empresas de la UCA, a los 21 años de edad.
Luego, tras una pausa para estudiar su maestría en Banca y Finanzas en el INCAE, para la cual obtuvo licencia y financiamiento por parte del Banco, regresó a este en 1979 como gerente de créditos. Allí laboró hasta 1984, cuando se movió a un nuevo mundo como gerente general de El Granjero, donde aprendió el manejo integral en una compañía.
De la empresa avícola volvió a sus orígenes financieros y se involucró en la creación de la Bolsa de Valores de El Salvador.
Desde pequeño, Duarte escuchaba en las pláticas en la mesa del comedor sobre el mercado de capitales, pero no se imaginó que él sería unos de los creadores de la plaza bursátil salvadoreña.
“Durante mis estudios de administración me fue gustando el financiamiento a largo plazo a través de los bonos, acciones, y cómo esto se hacía a través de los más grandes mercados como el de Nueva York, Londres. Y me decía, para qué estudiamos esto si aquí en El Salvador no hay bolsa”, relata.
En la maestría fue profundizando en este contenido. En ese entonces, alrededor de 1978, Costa Rica veía nacer su bolsa de valores, con lo que Duarte absorbió la inquietud sobre el mercado de capitales.
En El Salvador, fue en 1986 cuando se comenzó a gestar la fundación de la nueva bolsa de valores, después de un intento de la década de los sesenta.
En esta ocasión los representantes de la Bolsa Nacional de Valores de San José, Costa Rica, aportaron con su asesoría.
“Nos preguntábamos, con un poco de recelo, qué valores vamos a mover si no hay valores en El Salvador”, recuerda.
Pese a la incógnita, el doctor Guillermo Hidalgo-Quehl (actual director asesor de la BVES) movió a un grupo de promotores y se empezó a elaborar estudios de mercado y proyecciones de volúmenes.
Por aquel entonces, solo se movían cédulas hipotecarias y los títulos BLEC, emitidos por el Estado para pagar a las empresas eléctricas.
El 27 de abril de 1992, ya con un clima favorable gracias a la firma de los Acuerdos de Paz, la BVES inició su operación con negociaciones que sumaron $13,560 con Bonos BLEC. Ese día, estaban autorizadas para operar 18 casas de corredores y 50 agentes; según la recopilación que hace Hidalgo-Quehl en su libro “La Bolsa de Valores de El Salvador”.
Este 2012, la BVES celebró su 20ª aniversario de operación, y Duarte se siente satisfecho por el trabajo realizado. “Si nosotros hablamos de que al principio ni sabíamos qué íbamos a vender... el hecho es que ahora movemos un volumen que varía entre $3,000 millones y $5,000 millones al año, un 25% del PIB”.
En este año, al 30 de septiembre, la BVES había negociado $2,347 millones; además, hay una mayor inversión con el incremento en emisiones en mercado primario con el 23% y el crecimiento de 40% en mercado secundario de valores públicos; así como un incremento de las operaciones internacionales privadas en un 17%, en comparación con el mismo periodo de 2011.
Otro de los grandes éxitos en este período son las titularizaciones, desde alcaldías hasta centros educativos privados han encontrado en este mecanismo una nueva opción de financiamiento.
Recientemente, la BVES fue testigo de la más grande titularización en su historia, la cual fue realizada en septiembre por Royal Decameron por $45 millones, recursos que financiarán una serie de proyectos en El Salvador: la ampliación del resort en Salinitas, un hotel en la capital y otro en la playa Icacal.
Proyectos
Pero Duarte no solo es presidente de la Bolsa de Valores, sino que también ha decidido crecer en el mercado de capitales; así, en los noventa abrió la corredora de bolsa Servicios Generales Bursátiles (SGB), y recientemente a las empresas Ricorp, titularizadora, y Ricorp banca de inversión.
Y también aplica lo que predica, con su empresa de alimentos para animales Saram, Alimentos MOR, emite papel bursátil para capital de trabajo.
Otro de los proyectos que desarrolla el empresario es el Instituto de Gobierno Corporativo, del cual se está en proceso de inscripción en el Ministerio de Gobernación y que pretende promover esta práctica empresarial.
“Estamos tratando de que nuestras empresas vayan trabajando el concepto de gobierno corporativo”, señaló.
Desde su puesto en la BVES, Duarte se enfoca en dos grandes retos: la aprobación de la Ley de Fondos de Inversión por parte de la Asamblea Legislativa y la concreción del proyecto de la Bolsa Centroamericana, con el que se integrarían las plazas bursátiles de El Salvador, Costa Rica y Panamá.
Día a día, Duarte desarrolla sus múltiples funciones dentro del mundo de valores bursátiles, sin olvidar lo más importante, sus valores humanos.